Hay momentos en que las Escrituras nos ofrecen una guía clara sobre nuestras responsabilidades dentro del pueblo de Dios. El pasaje de hoy es uno de esos textos iluminadores que describen el propósito y función de aquellos llamados al liderazgo en la iglesia. En Efesios 4:11-12, Pablo menciona diversos roles: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Sin embargo, parece que hoy día solo reconocemos comúnmente dos de estos roles: pastores y maestros. ¿Qué ha sucedido con los demás? Muchos han sido relegados o mal comprendidos dentro del contexto eclesiástico actual. Algunos creen erróneamente que ciertos ministerios ya no son válidos. Otros muestran cierta tolerancia pero no crean espacios adecuados para su expresión. Esta falta ha llevado a muchos con estos dones hacia “ministerios paraeclesiásticos”, debido al cierre por parte de las iglesias locales. Es importante notar tres afirmaciones clave que Pablo hace acerca de estos líderes: 1. Capacitar a los Santos: No solo es tarea del pastor capacitar sino también todos los mencionados deben equipar al pueblo santo con las herramientas necesarias para cumplir sus propios roles asignados por Dios. 2. Obra del Ministerio: La responsabilidad principal recae sobre los santos (la congregación) quienes deben también llevar adelante tareas como visitación, servicio comunitario y evangelismo personal. Este concepto desafía nuestra idea tradicional donde se espera que el líder haga todo mientras los demás solo observamos pasiva y cómodamente. 3. Edificación Mutua: Cuando cada miembro cumple su rol correctamente bajo la dirección divina es entonces que Cristo mismo edifica Su Iglesia poderosamente.